Nicolás Gómez Dávila and the Gnostic Roots
of Modernity
El pensamiento gnóstico y el moderno tienen una coincidencia en lo que respecta a la similación del hombre, en cuanto es visto con la suficiente capacidad racional para dar cumplimiento a los propósitos que emprenda: en el primero de los casos, el de su salvación autónoma al margen de la fe y, en el segundo, en otro tipo de salvación orientada a establecer el posicionamiento individual de la autonomía religiosa y moral de que hace gala el hombre moderno. Así se comprende mejor el segundo fragmento expuesto arriba, cuando el hombre es asimilado como un dios que se da cuenta de su condición, y por lo tanto deja de estar sometido, para considerar su propia visión desde una perspectiva distinta. La equiparación de gnosis y Aufklärung no es pues gratuita y desenfocada, obedece a una identificación de ambos fenómenos, la que quizá es una de las más radicales posturas de Gómez Dávila: su imagen del hombre. Como todo moralista, el autor de los Escolios desestima las pretensiones del hombre y, por lo tanto, asume el gnosticismo como un fenómeno religioso que no se arrodilla ante Dios, sino ante una nueva divinidad: el hombre. En lo que respecta a la Aufklärung, el diagnóstico no es muy distinto, y de hecho en ella hay también unos visos de religiosidad bastante explícitos, aunque, claro está, de otra índole. La Diosa Razón, la creciente fe en el progreso humano, las bondades de la racionalidad, el fin de la religión en la medida en que esta es asumida como superstición, tienen también rasgos inconfundibles de motivación religiosa. Todas esas expresiones muestran una fe que, por supuesto, la llamada “posmodernidad”, en cuanto cierre de los metarrelatos, ha intentado superar.